¿Qué es un mandala?


Mandala es una palabra sánscrita que significa círculo y totalidad. Es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente hacia un nuevo nivel de espiritualidad
Este sistema ideográfico contenedor de un espacio sagrado es un sofisticado instrumento para desarrollar las buenas cualidades de los que meditan en él, armonizar el espacio en el que se realiza, y promover la paz y bienestar de todos los seres. Son diseñados de acuerdo a un patrón preciso de geometría, forma, atributos y colores.
Al concluir, se recoge la arena en un jarrón, y luego en una ceremonia que muestra lo transitorio y cambiante de todas las cosas, es arrojada al agua de un río. El mandala es una bella expresión, milenaria, artística y espiritual y al mismo tiempo el símbolo de la impermanencia.
Un mandala es una representación compleja del universo, en la que diferentes partes del mismo representan distintos aspectos de las enseñanzas budistas. Existe una variedad de mandalas y con frecuencia se recrean a través de pinturas, modelos en tercera dimensión y arena pulverizada. Sin importar el tipo de práctica para la que se utilicen, los mandalas constituyen un sofisticado instrumento para desarrollar las buenas cualidades que necesitamos para beneficiar a los demás.
Podemos encontrar este mismo enfoque del mandala, en el Hombre de Vitruvio o Vitruvian (como también se conoce a este famoso dibujo) fue realizado a pluma y tinta, en papel, de un tamaño no mucho más grande que un folio (34x4 x 25,5 centímetros) que Leonardo Da Vinci dibujó alrededor de 1490, en uno de sus diarios.

Carl Jung y el redescubrimiento de los mandalas
Carl Gustav Jung fue el primero que se dio cuenta de que cuando las personas pasaban por fases difíciles, dibujaban espontáneamente lo que parecían rosetas. Tras varias investigaciones, llegó a la conclusión de que, en términos psicológicos, el mandala representa la totalidad de la persona, y de que el dibujo estructurado alrededor de un centro permite alcanzar un equilibrio y armonía.
Es importante aclarar que el trabajo con los mandalas NO es un juego como muchas veces se promueve, mucho menos un entretenimiento, ya que en el contacto directo con estas figuras en una meditación activa se moviliza mucha energía que impulsa todos los aspectos del Ser multidimensional, permitiendo llegar a niveles muy profundos de la conciencia.
Las culturas iniciáticas y escuelas de misterios sabían de la importancia de esta meditación de lo denso a lo sutil, permitiendo que el individuo que mantenga esta práctica sostenida, llegue a su centro. Recordemos que la palabra meditación proviene del término ¨medi-estare¨ qué significa literalmente; ¨estar en el medio¨, donde la consciencia experimenta el aquí, el ahora.. y el punto cero, hoy la ciencia comprende que en cruce del spin tiempo-espacio-energía ocurre solo en la conciencia (algo que se desarrolla más profundidad en el libro ¨Resonando, en mi camino espiritual¨ a> de Christian Franchini
La historia nos referencia que Leonardo realizó este dibujo coincidiendo con un momento en la historia en la cual se estaba forjando una nueva concepción del hombre desde en antropocentrismo, un aspecto que los eruditos de la época, humanistas y renacentistas, creían estar recuperando la dignidad del hombre, que durante demasiados años había quedado relegada a ser un simple siervo del señor. Ahora, como dice la expresión popular, "el hombre se convierte en el ombligo del mundo", en el centro de todo lo conocido, algo que remite a los antiguos preceptos de la geometría sagrada.
Volviendo a Jung y los mandalas, podemos decir que estudió los mandalas en las distintas culturas por más de 14 años, descubrió que representan arquetipos colectivos y mediante la práctica de meditar con estas figuras es posible alcanzar tres grandes beneficios; sanar, ordenar y centrarse, siendo los 3 aspectos claves de todo camino iniciático que busca purificar, integrar y unir, logrando de esta manera la totalidad de ser, accediendo a su propia naturaleza divina.
Por otro lado, comprendió que el trabajo con los mandalas en sus pacientes lograban ordenar sus sentimientos desde un caos de emociones e ir vislumbrando el sentido de su propia existencia que reconocerían en el centro mismo del mandala, donde se encuentra el Self o Sí-mismo, como una representación del ser que alcanza la individuación, sublimando antes los aspectos densos, habiendo integrado su propia sombra.

Rafael Ortuñez

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